La tuya

“La tuya”

Esas sencillas palabras causan hasta la muerte y/o peleas que pueden durar años.  Han cambiado el futuro de imperios gigantescos y hacen que hasta los reyes más poderosos cambien decisiones basadas en la satisfacción de la susodicha.  Se refiere a un ente que en la mayoría de culturas es sagrado, respetado e idolatrado.  Es la cúspide de ser mujer… es la bandera –  que la que la puede ondear – lo hace lo más alto y con mayor orgullo.  Es ser “madre”.

Esta semana pasada, en varios de los países que tienen una gran importancia en mi vida (Colombia, México y EEUU) se festejó a la Madre.

Nosotros, con nuestros limitados recursos, tiramos la casa por la ventana para intentar agradecer a Súper Laura algo de la labor titánica que desarrolla y que la ha hecho merecedora de una parte importante de su título de “súper”.

Como ya lo he mencionado en repetidas ocasiones, la vida está llena de satisfactores que de repente pasamos por alto o confundimos con otros de menor importancia.  En este momento de mi vida, en donde estoy viviendo la situación más precaria – por mucho – tanto en la parte económica como de salud, estoy disfrutando de algunos de los momentos más felices, así como de satisfactores que han llenado mi corazón y espíritu de felicidad, como no los había vivido en años… ¡Tal vez, en toda mi vida!

Gracias vida, gracias héroes silenciosos y gracias Súper Laura por hacer de ayer una experiencia integral única, en donde todo, desde la comida, hasta – en especial – la convivencia familiar, fueron perfectos.

Felicidades a todas las madres que nos rodean y gracias por esa entrega incondicional.

Cada una y todas las madres que han influido en mi vida, pasaron por mis pensamientos el día de ayer.  Desde y obviamente en especial mi madre preciosa, pasando por mis Tías, primas, amigas (y sus madres), estuvieron presentes en algún momento del día.  Opté por no llamar a ninguna y dedicar todo mi tiempo a la madre de mis hijos.  No hice ninguna llamada, aunque repito, a todas las tuve presentes en mi corazón.

En unos momentos los voy a poner al día acerca de mi salud, pero antes quiero contarles algunas de las cosas que pasaron ayer y que hicieron que fuera un día tan especial como el que les dije.

Primero y por mucho, fue la actitud de la familia.  De plano, en una receta para hacer una gran reunión, el ingrediente principal es la actitud de los participantes y me queda claro que ayer se utilizó la mejor materia prima que existe.

Como familia tenemos una gran cantidad de prioridades económicas de toda índole y que han hecho que nuestros “lujos” sean totalmente diferentes a los que teníamos en otras épocas de nuestra vida.

Para poder darnos el mínimo de los “lujos”, primero tenemos, al igual que muchos de ustedes, que cubrir todos los gastos de “vivir”, que van desde la comida básica, hasta mi seguro de gastos médicos.

Con esos parámetros como verdaderos y sin ninguna pena en el corazón, les cuento que por lo tanto nuestros lujos son comprar un helado de mejor calidad o una carne de mejor “raza” y la verdad, cuando lo hacemos, cada bocado que doy, me sabe a como me sabían los banquetes que me daba en mis giras por los mejores restaurantes del país, cuando importaba y distribuía vinos… cuando era un “bon vivant”.

Pues que ayer decido ser totalmente irresponsable y debido a que una familia (de Guadalajara) y una amiga (de Costa Rica) y su madre hicieron donativos que no esperábamos, nos dimos el lujo de comprar un asador, con el cual llevaba soñando desde meses atrás.  Además, después de una extensiva búsqueda, lo conseguimos, debido a un rasguño en la tapa, con un descuento especial, así que tenemos un pequeño asador a un precio maravilloso.

Los que me conocen en persona, saben la pasión que tengo por la comida y mi fanatismo por los “asados”, los cuales hemos disfrutado desde que tengo unos 14 años, debido a la inhabilidad total de mi padre por la cocina.  En algún momento más adelante les contaré como empecé, en Costa Rica, a hacer asados familiares los fines de semana, después de que mi padre acababa sus sagradas rondas de golf.  Grandes y felices momentos…

Que gran acierto fue esa compra… que gran facilitador de la plática… que gran integrador de la familia es un asador y sobretodo, que ricos son los asados.

Como resultado de nuestro primer asado en años, decidimos cambiar, al menos durante este verano (o lo que logre vivir de él) y realizar más actividades alrededor del mismo y hasta cambiar un poco lo horarios de la cena para más tarde en la noche, ya que mientras haya sol, es casi imposible estar en el jardín.

Debido a mi incapacidad de estar de pie más de un par de minutos, Esteban está tomando mi papel como “Master Griller” y le estaré enseñando algunos trucos que se aprenden solo después de preparar muchos, muchos asados.

Espero que pronto Jimena agarre el gusto por prepararlos y pronto se ofrezca a ser ella la encargada de algunos.

Así pues, que ahora que vengas, comerás muchas verduras y proteína asadas.

En cuanto a mi salud…

Saca un kleenex y prepárate a llorar un poco… la cosa está delicada… complicada… difícil… con poco futuro…

Pues finalmente, después de 5 días en el hospital, el viernes llegué a mi casita.  Excepto por las salidas a los hospitales, llevaba 10 días “pegado” al sillón de la sala que he tomado como cuarto, cama, sala de TV, oficina, comedor, baño, salón de reunión, etc, etc, etc… finalmente todo lo que hice en esas últimas dos semanas lo hice atado a ese sillón.

El cáncer (eso creen, aunque no saben si es por la quimio) ha generado unos coágulos, de los cuales dos los tienen catalogados como potencialmente mortales y de alto riesgo, los cuales se encuentran en mi vena de la pierna izquierda y han causado que el muslo sea dos veces y media más grande que la pierna derecha.  Es increíble el tamaño de mi pierna y no entiendo como no ha pasado a mayores, ya sea que explote la vena o que se vaya al corazón o pulmones.  Les mando unas fotos para que vean el tamaño de la pierna.

El dolor que han causado los coágulos es mucho más salvaje (si, esa es la única forma de describirlo) que el causado por la misma metástasis ósea, lo cual ha sido una gran sorpresa para mí, ya que juraba que no existía un dolor más cruel que el de la metástasis.

Así que en este momento me encuentro luchando no nada más contra el cáncer en sí, sino ahora en contra de coágulos que si se van a los pulmones, cerebro o corazón, causarán mi muerte en forma casi inmediata y los doctores dicen que no lo podrían evitar, ni siquiera estando en el hospital.

Como yo de coágulos no conozco nada (tampoco de eso sé), me imaginaba otra cosa.  Pensaba que era unas bolitas de sangre que se iban pegando a las venas y las tapaban.  Pues el que tengo en la pierna no es una bolita… es una masa de sangre que cubre 9 cms de la vena (si, leíste bien, NUEVE centímetros).

Ya se los he dicho varias veces y en mi caso, el saber, el conocer que es lo que tiene uno y el cómo tratarlo es un gran alivio.  Haya lo que haya que hacer, hasta por exagerar, cortar un miembro del cuerpo, es mucho mejor que el no saber qué está pasando ni lo que puede llegar a pasar ni el cómo tratarlo.

En este momento y después de tantos meses de estudios, tratamientos, hospitalizaciones y noches eternas de sufrimiento, sabemos nada acerca de los coágulos ni del cáncer.  Lo único que “creen” los doctores es que ya no hay nada que hacer por “curar” a este simpático personaje que les escribe y que esta fiesta ya se acabó.

¿En cuanto tiempo, le pregunté al doctor?  Algunas semanas, tal vez algunos meses, me dijo.

En todo caso, sigo feliz disfrutando cada momento, sobre todo aquellos en que logro moverme y disfrutar de los placeres diarios y sencillos, como comer y hablar contigo.

Gracias por leerme.

 

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